Maria Pallarès Serena

LES MIGRACIONS I LA CONSTRUCCIÓ D’EUROPA. Les veus de la Tarragona Ponent.

INTRODUCCIÓN

Este trabajo de investigación que voy a presentar forma parte de un proyecto innovador, arriesgado y sobre todo muy humano. Todo un reto en el que han confluido diferentes disciplinas que van desde lo artístico hasta aspectos socioeducativos y que también cuenta con una clara vertiente científica desde la perspectiva social. Todo un conjunto de autores que desde su parcela profesional han aportado su grano de arena para crear un proyecto común. Una creación conjunta a la que se ha llegado desde diferentes caminos. El destino: generar un discurso plasmado en un conjunto de materiales alrededor del tema de las migraciones en el contexto europeo, con el objetivo de promover el diálogo intercultural entre los diferentes países de Europa.

Así pues, mi aportación al proyecto se ha realizado desde el territorio español y a partir de un conciso estudio de investigación en los barrios de la Zona Ponent de la ciudad de Tarragona (Cataluña, España). La elección de este territorio no es casual. En concreto tiene su origen en una vinculación profesional, ya que es allí donde realizo mi tarea de educadora social con la Fundació Casal l’Amic, entidad más que establecida y reconocida en este territorio. Además, la zona de acción escogida tiene un rasgo claramente definitorio y que es un factor común con los otros espacios escogidos (el barrio del Blosne en Francia y la ciudad de Cluj en Rumanía): una historia marcada por los procesos migratorios.

La investigación gira alrededor de la construcción de los barrios de la Zona Ponent como territorio construido, y todavía en construcción, por las migraciones; migraciones que llegaron hace más de cincuenta años provenientes del resto del Estado español y que fueron claves en la creación de esta zona de la ciudad. No obstante, es una realidad que  estos flujos migratorios han cambiado de características y pasan a ser actualmente mograciones procedentes de otros países. Evidentemente, esta situación sigue determinando y definiendo el territorio, que se encuentra en constante modificación. Y es que no cabe duda de que la tarea etnográfica con colectivos de emigrantes ha permitido un conocimiento cuidadoso de sus estrategias cotidianas, de sus aspiraciones e incluso de su imaginario colectivo, cuestiones que ayudan a comprender una realidad más global. He aquí uno de los valores añadidos de este proyecto, su apuesta por el aspecto socio-científico.

Para llevar a cabo este análisis he utilizado como herramienta principal de investigación el relato de vida, relatos de personas que viven en la Zona Ponent después de decidir, por múltiples razones, instalarse en ella. Ello me ha permitido llevar a cabo un análisis, pues, que parte de la voz de los habitantes de la zona y que nos permite dar herramientas para comprender y reflexionar acerca de las migraciones, evitando pero caer en conclusiones generales absolutistas. Es un hecho que las ciencias sociales permiten establecer generalizaciones, sin pretender adoptar un carácter absolutista, sino que más bien lo que quieren conseguir son orientaciones. He buscado la objetividad en la elaboración del estudio, aunque sin dejar de lado la experiencia concreta y subjetiva que las personas poseen de la sociedad (Pujadas, 1992). En este caso, las personas que han querido dar su voz, su testimonio, para este proyecto.

Mi apuesta por la utilización del método biográfico radica en el deseo de poner de relieve ciertos aspectos de las migraciones explicadas en primera persona, desde sus protagonistas. Y es que los relatos de vida revelan la complejidad de las relaciones que rodean al individuo y nos muestran cómo éste interacciona con la estructuras sociales y los sistemas de valores (Prat, 2004). Es por tanto un instrumento con el que se puede hacer emerger información de gran valor que, una vez analizada, puede dar a conocer aspectos sociales de gran relevancia.

DE TARRAGONA PONENT A EUROPA

La capacidad de movimiento es un determinante esencial del ser humano, de la misma forma que el espacio es una cualidad de la existencia (Criado, 2001). Tanto la capacidad de movimiento como el espacio tejen la estructura del mundo por medio del ser humano. Esta movilidad intrínsecamente humana podríamos decir que está fundamentada en dos sentidos, la movilidad por accidente, de forma aleatoria; o bien por necesidad, por estrategia. Los dos sentidos comportan movimiento, característica claramente definitoria de nuestra sociedad. Así pues, la concepción de irse, de cambiar de lugar, es un eje básico de los proyectos de vida, desde siempre.

La construcción de nuestro mundo ha sido posible gracias a los desplazamientos humanos que han ido creando nuestra historia. Unos movimientos que han comportado contactos, intercambios entre la humanidad, y que han permitido ir definiendo formas de entender y de organizar la sociedad. Estas afirmaciones podrían parecer demasiado filosóficas, incluso tópicas, pero son situaciones que pueden ayudar a comprender y dar herramientas para analizar el hecho migratorio evitando prejuicios, a menudo demasiado presentes. La reflexión es una de la formas de contribuir a un debate sereno y realista sobre las múltiples cuestiones que plantea hoy en día esta realidad tan diversa, pues ayuda a crear una perspectiva holística que permita afrontar positivamente la gestión de los procesos migratorios. Es preciso hacer frente a la realidad y conocer cuáles son las necesidades que plantea, unas necesidades proyectadas por una sociedad vertiginosamente cambiante , de una extensa complejidad y con muchos retos que afrontar.

Las migraciones se están produciendo y siguen su curso dentro del contexto global, y por tanto son inseparables del momento actual, no sólo por el hecho de producirse en la actualidad, ni por su elevada cantidad, sino porque son una cuestión estructural a escala mundial, y por tanto también europea.

Para comprender el caso de la Zona Ponent de Tarragona, que forma parte de la realidad europea, conviene conocer su contexto. Este territorio está formado por diferentes barrios (Bonavista, Campclar, Torreforta, El Pilar, La Granja, Riuclar, La Floresta, L’Albada, Parc Riuclar i Icomar), creados a partir del crecimiento industrial de la ciudad, sobre todo del sector petroquímico y del turístico. Este crecimiento provocó la llegada de varios flujos migratorios procedentes de diferentes zonas del Estado español. La recepción de estas poblaciones fue un hecho que influyó fuertemente en el desarrollo tanto de esta zona en particular como de Cataluña en general. Hablamos de los años 60 y 70.

La formación de la Zona Ponent ha sido históricamente escalonada y diversificada, y ha dado lugar a los diferentes barrios que existen hoy en día. Encontramos bloques construidos por iniciativa de las propias empresas, en respuesta a la necesidad de vivienda de sus trabajadores. Otros eran de iniciativa privada, promovidos por empresas inmobiliarias. Y también encontramos el fenómeno de la autoconstrucción de viviendas. Finalmente, la iniciativa del gobierno generó la promoción de vivienda social, concentrada en su mayoría en esta zona de la ciudad. Este aumento tan considerable de la población no fue acompañado de una respuesta efectiva por parte de las autoridades políticas, especialmente en lo referente a viviendas y servicios. Los comienzos de este crecimiento fueron difíciles para las poblaciones que llegaron a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida, pues tuvieron que convivir con carencias en lo relativo a la vivienda y a los servicios públicos (sanitarios, de transporte, educativos), carencias que en la actualidad se encuentran ya cubiertas. Posteriormente (en los años 90), la Zona Ponent, así como el resto del Estado español, dejan de ser tierra emisora de emigrantes para convertirse en un centro receptor de los mismos, y se registra una lenta y sostenida entrada de población de distintos orígenes: Marruecos, América Latina, Senegal, Gambia y Europa del Este.

Nos encontramos pues ante un territorio construido desde su base a partir de diferentes flujos migratorios. Una construcción impulsada por personas, incitada de forma directa e indirecta por la industria emergente del momento. Dos elementos sin los cuales la Zona Ponent no existiría tal como existe hoy. El mercado laboral actuó como protagonista en la construcción de la Zona Ponent, del mismo modo que lo hizo y continúa haciéndolo en la construcción de Europa. Se me plantean diversas cuestiones: ¿la gestión de las migraciones debe desarrollarse en función del mercado de trabajo? ¿Únicamente? A continuación veremos cuál es la situación actual, la cual puede ayudar a conocer la dinámica europea actual, evidentemente determinada por la historia precedente.

La situación de esta zona en concreto es extrapolable al ámbito europeo, comparable (en cierta medida, claro está) a otras zonas europeas y determinada por la tendencia que vive Europa en los últimos años. Me parece muy ajustada la descripción general del panorama actual, a vista de pájaro, que ofrecen  Boeri y Brücker (Blanco, 2006) cuando afirman que se pueden identificar dos tendencias contradictorias. Por un lado, no para de crecer el número de personas que vienen de países no europeos, hasta el punto de que Europa se convierte en la primera región receptora del mundo, superando a Norteamérica. Por otro lado, las políticas de inmigración de casi todos los países de la Unión Europea son cada vez más restrictivas. Sumada a otros factores, esta contradicción genera que la inmigración se haya convertido en una de las principales preocupaciones de la ciudadanía y de los responsables políticos, hasta convertirla en objeto constante de debate y polémica y, a menudo, en un elemento de tensión social. Es una evidencia que el hecho migratorio representa hoy en día, a escala mundial, uno de los fenómenos humanos más importantes, y es responsable (en parte) de un profundo y rápido cambio social, de enormes consecuencias económicas, políticas, demográficas y culturales.

Nos encontramos ante una situación nada fácil de gestionar, más bien laberíntica. Joaquín Arango habla de una situación borrascosa (Blanco, 2006) para explicar el momento en que se encuentra Europa en relación con la inmigración. Sí, inmigración, no migraciones, pues estas incluirían la emigración. Arango pone el énfasis en la inmigración, pues es este el flujo, el de las personas “venidas de fuera”, el causante de polémicas y uno de los temas estrella hoy en día a escala tanto política como ciudadana.

La relación que mantiene Europa con la inmigración puede describirse como un tira y afloja. Por un lado, a menudo se habla de la necesidad de que haya inmigración para cubrir las carencias de ciertos países; por otro lado, las políticas cada vez más restrictivas hacen pensar que la realidad es otra, que no hay inmigración “necesaria” sino que la inmigración es percibida como una amenaza, y por lo tanto que nos encontramos ante una inmigración no deseada. Esta paradoja se pone de manifiesto tanto en el ámbito político como en el ciudadano, y toma diferentes formas. Una de las más graves y preocupantes es la aparición y el crecimiento de partidos políticos que hacen bandera del rechazo de la inmigración. La cuestión de la inmigración está fuertemente politizada y se utiliza como “arma arrojadiza” (Arango a Criado, 2006), lo que no hace más que alimentar el ambiente de crispación. Ello repercute directamente en la atmósfera europea y provoca reacciones adversas hacia las poblaciones inmigradas, motivo de conflicto entre la ciudadanía. No obstante, la situación no se limita a los conflictos entre la población, sino que en el ámbito legislativo, con objeto de frenar “la entrada masiva”, se abre paso una creciente tendencia a establecer nuevas exigencias para acceder a la ciudadanía o a la simple residencia de los inmigrantes. Vemos pues que Europa mantiene en general una relación difícil, incómoda y reticente con la inmigración, y que tiene dificultades a la hora de definir estrategias para gestionar la llegada de población de otros países. Estrategias de relación con los países de origen, pero también directamente relacionadas con las personas que emigran de sus países hacia Estados miembros de la Unión Europea.

Tal como explica Sami Naïr (2006) con gran claridad, Europa, sobre todo en los últimos tiempos, centra su política básicamente en la gestión de la competencia, en detrimento del crecimiento y del trabajo. Ello determina fuertemente las políticas europeas de inmigración, unas políticas guiadas por una concepción funcionalista de la inmigración, en términos económicos, claro está. No obstante, las políticas de Estado, sin dejar de lado la perspectiva mencionada y ejecutada por la Comisión Europea, comienzan a gestionar la inmigración de modo algo distinto, al tener que enfrentarse con problemáticas de base que no se consideran a un nivel más alto. Los Estados pasan pues a llevar a cabo políticas que no sólo tienen en cuenta las necesidades de mano de obra, sino también cuestiones referentes a la identidad, cuestiones como el grado de aceptación por parte de la población autóctona, la capacidad de acogida, de convivencia, etc. Vemos pues diferencias institucionales en las políticas de gestión de la inmigración, aun formando parte de un mismo ente. Además, hay que añadir que cada Estado tiene la legitimidad para realizar la gestión de la inmigración que más le convenga. En referencia a la situación europea actual en la cuestión de la entrada de población y la posibilidad de residencia, Naïr (2006) afirma que las reglamentaciones en vigor son más defensivas que preventivas. Estas reglamentaciones dejarían en segundo plano el punto de vista de las políticas exteriores, para las que no sería un asunto que afecta únicamente a nivel interno del Estado, sino un asunto de cooperación y desarrollo que va más allá de la concepción de la inmigración como herramienta de ajuste del mercado laboral.

LAS VOCES

Una vez apuntado en términos generales el contexto actual, creo oportuno hablar desde un punto de vista más concreto, totalmente específico, relativo a personas particulares, gente con historias migratorias y habitantes de la zona donde he llevado a cabo la investigación, la Zona Ponent de la ciudad de Tarragona. He buscado personas que han abandonado el lugar que les vio nacer para darles voz y poder mostrar el proceso en primera persona. La suya es una voz canalizada por los relatos vitales de las personas protagonistas de las migraciones, de las personas que han realizado un proceso migratorio. Se trata de hacer de altavoz de sus experiencias, totalmente personales pero a la vez reflejo del contexto.

Mis puntos de partida han sido diferentes relatos de vida, desde el convencimiento de que éstos constituyen un instrumento metodológico de análisis de la realidad que permite profundizar desde lo individual hasta emerger en cuestiones de ámbito social. Aunque el método biográfico permite abarcar múltiples aspectos, me he querido centrar únicamente en la cuestión migratoria. El hecho de relacionar los relatos vitales con el fenómeno migratorio permite conocer las perspectivas de las personas que viajan, las cuestiones que han influido en la decisión de irse del lugar de origen, así como también la multiplicidad de aspectos (familiares, laborales, económicos, emotivos y un largo etcétera) que entran en juego cuando una persona decide migrar. Dentro de esta infinidad de variables que se activan cuando uno migra, hay algunas que se sitúan en un plano bastante íntimo, personal, y es aquí donde quiero centrar la mirada. Con estos relatos de vida he querido poner de relieve algunos aspectos que sólo pueden ser analizados desde la voz de quien lo vive. Incido de modo especial en el lugar que ocupa el hecho migratorio dentro de la globalidad de una historia de vida, cuestión integrada por construcciones tan subjetivas que comporta una gran complejidad en su análisis. A pesar de ello, he creído interesante trabajar en esta línea.

Estas dos cuestiones tan entrelazadas han surgido de forma más o menos explícita en los relatos de vida. Y es que cuando explicamos nuestra vida, hablamos de nosotros mismos y nos construimos como sujetos individuales y también sociales, en la medida en que interactuamos. Al relatar nuestra propia vida recordamos, nos dirigimos al pasado desde un presente concreto, tal vez incluso desde una perspectiva de futuro. También transmitimos nuestra historia enumerando situaciones y vivencias comunicadas con sentimientos concretos, y siempre a través de un guión que narra la vida, poniendo el énfasis en algunos aspectos y pasa por alto otros. Se trata de una narración propia de aquel momento, en un espacio y un tiempo concretos, una narración en la que interacciona la construcción individual con la construcción social, hecha a base de elementos de la mente humana, elementos sociales que se ponen en juego, que se ponen en movimiento para cuadrar y llegar a ser y acabar construyendo una parte de nosotros. Una construcción que no es rígida ni estática, ni igual a ninguna otra, aunque sí observable, definible y llena de significados.

Es evidente que el hecho de migrar va ligado a una multiplicidad de situaciones dadas en un lugar y un tiempo concretos, y como ya he dicho antes, es un hecho que se ha dado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Una humanidad estrechamente relacionada con el deseo de vivir bien, siendo este deseo de mejorar las condiciones de vida el propulsor de toda migración. Movimientos que han sido, son y serán una actividad propia del ser humano, habitual y presente en la vida cotidiana de todas las culturas. Un deseo que se expresa así: “Cuando eres joven no piensas en nada más que en querer prosperar algo en la vida, ¿no? Entonces emigré aquí en Cataluña” (J.J.B.), o bien: “No he pasado hambre, no teníamos tanto, pero… no he pasado hambre ni nada de eso. Yo lo que pasa es que soy muy independiente, a mí estar con mis abuelos y mis tías… como que no. Yo quería que lo mío fuese mío y punto. Entonces me vine a Barcelona” (A.P.M.).

Un desplazamiento que cambia la vida de quien lo realiza, para iniciar otra en el destino escogido. Trayectoria que supone un cambio de espacio físico donde vivir, un cambio de gente, un cambio de algunos hábitos y un largo etcétera de cambios, readaptaciones vitales. Y es en este cambio donde reside la vivencia individual del hecho migratorio, porque sólo la persona que lo vive sabe lo que significa. Un cambio que puede determinar, tanto en positivo como en negativo, el comienzo de la nueva vida y que definirá, en parte, el asiento del hecho migratorio en la historia de la persona que migra.

Es interesante ver la vivencia de este cambio en las personas que lo han vivido. Todas las personas que han explicado su experiencia en sus relatos de vida han mencionado este cambio como un momento más de su historia. Un momento más, sin ponerle un énfasis especial en comparación con otros momentos narrados, sin plantearlo como un momento decisivo ni como un punto de inflexión en sus vidas. Aun así, no debemos valorar que no lo consideren importante, sino que lo viven como una decisión más, como un momento más, no como el eje central de la historia narrada: “Vinimos porqué tenía algún familiar aquí. Nos quedamos aquí porqué teníamos trabajo” (F.V.), o bien “De allí llegué acá. Desde el 2007, verano del 2007. Mi hermano me ha mandado un contrato de trabajo que tiene aquí tres locales” (R.E.). Estas dos citas son los dos únicos momentos en los que se explica el proceso migratorio dentro de la narración, el momento del cambio de estas dos personas. Más allá de esta explicación, no plantean nada más a lo largo de todo el discurso en referencia al cambio. A partir de estas citas la narración de las dos personas (y lo mismo ocurre con los demás informantes) se centra en explicar la vida en el lugar de destino, en este caso la Zona Ponent de Tarragona. Un destino que se podría considerar como un destino exclusivamente laboral, pues todo lo demás se construye alrededor y en función de esta cuestión. El trabajo en el lugar de destino ha sido claramente el elemento central de todos los relatos analizados, de manera que el recorrido definido por los trabajos ha sido el guión de la historia de vida de cada uno de los informantes. Por ejemplo: “Entonces pues… que Pepito venga y se coloca aquí en la Cervi [empresa neumáticos], en la carretera de Valencia. Allí empecé a trabajar y luego ya… aquí vivía con mi hermana. A los 20 ya me hicieron oficial de primera aquí en la Cervi” (J.P.N.).

Joan Prat explica que los relatos de vida a menudo inciden en mencionar hechos que han generado cambios cruciales en las trayectorias vitales, o que han marcado el resto de una vida. Estos hechos que aparecen en los relatos pueden tener un carácter totalmente decisivo en la vida de una persona, pero también pueden mencionarse porque han influido sobre la propia vida, pero sin que este hecho suponga focalizar el relato alrededor de él,  sin que el hecho migratorio se convierta en el hecho central de la vida de los informantes, sin referenciarlo continuamente al relatar su historia.

Por otro lado, este enfoque va ligado también a la falta de referencias del lugar de origen de los informantes. En el momento de su llegada a la Zona Ponent de Tarragona, los relatos se centran en explicar su vida en este territorio, mientras que las referencias al lugar de donde han venido pasan a ser insignificantes. Una posible argumentación de este hecho podría ser el carácter voluntario de la migración. En todos los casos estudiados la migración ha sido voluntaria, y no sólo esto, sino que a la predisposición hay que añadir una valoración positiva de la decisión y de sus consecuencias. Por tanto, el hecho de haber vivido positivamente la experiencia permite centrar el relato en el presente, en el contexto local de llegada, ya que es éste el que cubre sus necesidades, sin que exista un deseo predominante de regresar.

Para terminar, la propuesta de analizar estos resultados (aun siendo consciente de la brevedad del análisis) pretende poner de manifiesto la necesidad de poner y transmitir serenidad en la situación que estamos viviendo, sin pecar de ingenuidad pero sí subrayando una explicación de la situación actual de la mano de las personas migrantes como sujetos activos. Esta dosis de normalización del hecho migratorio verbalizada por los informantes que han tomado parte en él es necesaria para conocer los elementos que entran en juego en la construcción social de la migración, aunque sin caer en reduccionismos, pues se trata de un tema muy complejo. Porque es desde esta construcción social que parte la visión del hecho migratorio, una visión que debe operar en positivo para que puedan recortarse las distancias entre el migrante y el autóctono. Una visión que debe difundirse a escala política, mediática y ciudadana. Para eso es imprescindible combatir los prejuicios existentes, así como abolir las prácticas y los discursos degradantes que reproducen las desigualdades. Para esto, es evidente que es preciso tomar conciencia de las verdaderas dimensiones de lo que significan las sociedades multiculturales, que no son un hecho imaginario sino una realidad. Una realidad y muchos retos, que plantean la urgencia de reorganizar los instrumentos legales que sea preciso, y lo que es igual de importante, la necesidad de cuidar la percepción pública.